Un reloj marca las horas,
suena como un martillo golpeando mi cabeza,
son las dos de la mañana,
lo se porque sonó dos veces el cucu,
el que nunca falla,
el que me recuerda cada hora que
tengo una hora menos de sueño
y una hora más de cansancio.
Doy vueltas en mi cama,
miro hacia la pared y luego hacia la puerta,
me vuelvo hacia el techo, y boca abajo, y no logro encontrarte,
abrazo mi almohada como si ésta tuviera vida,
como si ésta respirara, pero lo único que siento es que esta fría,
que no respira y no tiene pulso, peor aun...
no tiene brazos para que me abrace!!!
Mi sabanas, en parte frias, se vuelven un deposito de mis deseos,
una mezcla de confusion con desesperacion por caer en un sueño profundo,
en un trance del que pueda salir cuando lo desee,
para enfrentar de nuevo este mundo cruel,
y poder seguir construyendo todo eso que deseo,
lo que me hace vivir, todo eso que me lleve a ser feliz.
El de la pared me avisa nuevamente que son las tres,
una hora menos, o una hora más,
no lo sé aun, lo que sé es que estoy solo y no puedo dormir,
nuevamente pido a Dios que me ayude a descansar,
pero parece no escucharme.
Escucho un gallo cantar!! pero aun no sale el sol,
él al igual que yo, canta a la noche, canta a la soledad,
canta al vacio... al mismo al que yo canto,
esperando que me escuchen.
